Psicóloga María J. Viera
La elección de mi oficio no fue por azar, cuando comencé a reflexionar en torno a los 14 años de mi vida, estimulada por orientaciones profesionales recibidas en el centro donde estudiaba bachiller, “qué hacer y ser” el resto de mis días, tuve claro que estaba hecha para conectar, comprender y acompañar a las personas que atravesaban momentos vitales difíciles. La sensibilidad es uno de los principales rasgos de mi personalidad, potenciándose aún más con las experiencias que me han tocado vivir.
A pesar de un ligero desvió a mis 17 años de mi innata vocación, que me llevó a matricularme en una carrera universitaria de comercio exterior a la que muy tempranamente abandonaría en el cuarto mes de formación, no dudé en reenfocarme con mayor determinación hacia el aprendizaje de una profesión de ayuda humanitaria. Comencé mi andadura profesional inmediatamente tras licenciarme en psicología, haciendo sesiones individuales en un espacio de mi casa, hasta conseguir mi primera contratación en el área de menores de los Servicios Sociales del Ayuntamiento donde resido.
La no continuidad del proyecto en el que trabajaba por cambios políticos municipales, me llevó al desempleo hasta pocos meses después ser contratada para una ONG destinada a ofrecer apoyo psicosocial a población canaria afectada de cáncer de mamá y ginecológico. Fue una experiencia de una década, compleja a la par que enriquecedora, que culminó por diagnóstico de la misma enfermedad en mi madre, lo cual me llevó a decidir hacer una parada en mi camino profesional para seguir acompañando y atendiendo, en esta ocasión de mi vida desde el lugar de hija, al cáncer de mama de mi madre.
Tras un año de tratamientos oncológicos en calidad de familiar, decidí que era la hora de volver a ejercer. Echaba intensamente de menos mi profesión, su práctica clínica, el contacto profundo con los seres humanos, y decidí que era el momento de emprender una nueva etapa personal y profesional, no sólo laboral. Como resultado, creo mi propia consulta y nace Maspsique en el año 2017.
Transcurridos varios años desde entonces puedo valorar que, aún siendo motivada por circunstancias externas basadas en necesidades de conciliación familiar y laboral las que me empujaron a ejercer de forma autónoma, ha sido una de las mejores decisiones de mi vida por la que experimento una profunda satisfacción. Me siento muy motivada y comprometida con el ejercicio de mi profesión, me considero una persona sensible e inquieta por conocer en profundidad nuestros mecanismos mentales, y que además disfruta facilitando y acompañando los procesos de superación personal.